Cuando hablamos de bienestar, siempre focalizamos en los mismos elementos.
Sabes cuáles son, ¿verdad?.
Si ahora mismo te preguntara que podrías hacer para mejorar tu bienestar, me responderías algo parecido a esto:
Si quiero mejorar mi bienestar tengo que…
Tratar de moverme un poquito cada día. Al menos esos 10.000 pasos diarios que dicen que aportan salud. También debería de hacer algo de ejercicio cada semana para que el cuerpo funcione bien. Debería de controlar la alimentación: más verduras, más fruta y menos comidas prefabricadas. (Si yo lo sé). También debería de dormir bien, de descansar mejor, de aumentar mis horas de sueño. Debería de buscarme un hobbie, algo que me guste para desconectar y disfrutar de los pequeños placeres: un paseo por el campo, una clase de meditación, jugar más con los niños. un buen baño caliente, aprender algo nuevo. (Si es que yo lo sé). Trabajarme ciertas cosas como entenderme más, vivir con más tranquilidad, más relajado, contener mi ímpetu y mi impulsividad, pensar las cosas dos veces, aumenta la escucha activa, entender al que tengo al lado, ser más tolerante… y así podrías continuar redactando todas esas cosas que sabemos nos sientan bien. (Lo sabes, verdad?).
Hablamos de todos esos elementos que potencian el bienestar: la actividad física, el ejercicio, la alimentación, el descanso,… lo físico, lo mental, lo emocional, los espiritual. Son importantes, ¡por supuesto!. Son los más importantes, depende. Depende de las necesidades de cada uno. Y aquí entra en juego un elemento que para mi es vital, es importantísimo por el como somos, lo que nos mueve. Hablo de lo social. El componente del compartir, del conectar. Lo social también es bienestar. Eso es así.
Y en estas fechas tan señaladas, lo mejor que puedes hacer por tu bienestar es disfrutar de lo social: los amigos, la familia, los vecinos, el dependiente de la tienda,… los desconocidos. Es tiempo de navidad. Y no hablo de hacer buenas acciones, que tampoco estaría mal, hablo de sacarle beneficio al bienestar focalizando en lo social, la conexión entre personas.
No sé si conoces el efecto Rosetto que ya hablaba de todo esto allá por los años mil novecientos sesenta y uno. Del gran potencial del efecto social, de la comunidad para generar bien a la salud. La costumbre del compartir, del charlar, del reír, del contacto, de las buenas costumbres. Esto es vital. Es un ingrediente indispensable para el bienestar. Para que todos los demás elementos cobren mayor sentido. Porque con lo social todo es mejor. El moverte y hacer ejercicio en grupo, mola más. El tener un grupo que te acompañe para mejorar tus hábitos de alimentación, mola más. Porque dormir acompañado, mola más.
Aquí la clave está en el grupo, en tu grupo, en tus distintos grupos: tu entorno personal (cercano y no tan cercano) y tu entorno profesional.
¿Por qué te cuento esto?
Tan sencillo como hacerte ver que estas navidades céntrate en disfrutar de todo tu social. Porque aunque ya sé que lo sabes, siempre es bueno recordarlo. Cuida tu bienestar disfrutando de una buena sobre mesa, brindando con tu gente cercana, paseando por la mañana con los niños, saludando y felicitando las fiestas a todo tu entorno. Ya sabes, cercano y lejano.
Así y con todo esto, no tengo más que decirte que:
¡Feliz Navidad!.
Nos vemos a la vuelta de las vacaciones navideñas. Las tuyas y las mías. Aquí también nos toca disfrutar de lo social ; )